sábado, 11 de septiembre de 2010

Un rato agradable

No puedo negar que en mis ratos libres, cuando no estoy en jornada de estudio, me voy a relajar y a disfrutar en el gran parque de los pies descalzos, el cual queda ubicado en el centro de la ciudad, cerca de la alpujarra.

El sábado, voy con mi familia desde las horas de la tarde y siempre que llego no veo la hora de descalzarme y como niño travieso que soy, empiezo a correr y a saltar por cada tronco de madera que se me atraviesa por el frente.

Mientras mi mamá y mi papá están remojando sus pies en agua caliente, con grandes burbujas que masajean sus pies; yo me dedico a estar con los diferentes niños de distinta clase social mojándonos en los chorros que son de gran diversión para nosotros, hago competencias con ellos de quien se va a meter primero y los que no se quieren mojar los empujamos entre nosotros mismos y ésta es una gran forma de divertirnos y así mismo es como nos conocemos e interactuamos constantemente mientras jugamos.

Mi familia en todo momento están pendientes de mi y me vigilan para que no me pase nada, me gritan Santiago te vas a caer, Santiago no te vayas tan lejos; pero yo me hago el que no entiendo y sigo divirtiéndome porque a eso es a lo que vengo y más aún cuando sé que no siempre mis padres me van a acompañar y me pueden traer a este parque; aunque soy conciente que les saco la rabia porque cuando sé que me están mirando, salgo corriendo al laberinto que la mayoría de veces se encuentra solo, me escondo y así mismo me entretengo buscando la manera de salir de éste y a mis padres como de costumbre les toca salirse del agua en la cual se relajan tanto para irme a buscar, me regañan y me dicen que me quede donde ellos me puedan observar.

Pasan las cinco, las seis hasta que llega el anochecer, se hace cada ves más solo, logro ver como todos los niños con los que jugaba se van con sus respectivas familias y como yo aún tengo ánimos de seguir divirtiéndome; pero me sorprende tanto lo nocturno, que me quedo impactado con las formas que tienen los muros, como el anochecer llega a mis ojos y como mis padres y otras parejas se encuentran en un plan romántico.

Escrito por: Érika Múnera Otálvaro

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