domingo, 19 de septiembre de 2010

Deja volar tú imaginación

Un día soleado, estaba en mi cuarto leyendo un libro, de repente sentí una gran sensación que hizo palpitar todo mi ser, me sentí llena de felicidad y con mucha satisfacción, nunca había sentido tanta paz y regocijo en todos los años de mi vida. Era algo tan extraño que, sin duda, empecé a sospechar sobre cada uno de los detalles que me invadía en ese momento, no sabía qué era lo que me pasaba, pero de igual manera, quería descubrir ese alguien u algo que me hacía sentir así.

Poco a poco, en la medida que continuaba mi lectura, pude observar una sombra que pasó por mi habitación, no sentí miedo, pero tuve la enorme sensación de correr hasta alcanzar a ese ser, que indudablemente me generaba paz.

De pronto, todo el espacio se llenó de luz y no podía creerlo, esa luz incandescente solo inspiraba armonía y tranquilidad infinita. A su vez esta luz me ayudaba a encontrar el camino ideal para alcanzar a ese ser que me invadía en aquel día soleado, en el cual me leía un hermoso libro que me llenó de motivos y satisfacciones.

En la medida que quería alcanzar con tantas ganas y ansiedad a este hermoso ser, me pude dar cuenta que mientras más me acercaba a él, eran más fuertes todas aquellas sensaciones que se producían dentro de mí.

Llegó el momento más anhelado, el que esperaba con tanta ansiedad, lo tenía frente a mí, era algo tan grato y tan bonito a la vez, que no sabía cómo actuar ni cómo reaccionar ante todo esto que me estaba pasando.

Este ser era un hombre vestido de blanco, con una cara muy angelical y un espíritu lleno de mucha tranquilidad, armonía y mucha felicidad. Cada vez que detallaba a este hermoso ser me pude dar cuenta de la confianza, el regocijo y la admiración que me inspiraba.

En mi mente no había explicación clara acerca del significado y la relación estrecha entre el ser que me inspiraba todas aquellas sensaciones grandiosas y el personaje de la lectura, pero poco a poco comprendí la naturaleza de la situación; había interiorizado tanto la lectura que se trataba del mismo personaje, esa luz, era el producto del hermoso libro de inspiración trascendental, como una búsqueda de mi propio ser.

Escrito por: Érika Múnera Otálvaro

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